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Galaxia Andrómeda. (Messier 31)
Aun recuerdo cuando en la clásica serie de ciencia ficción Viaje a las Estrellas cada capítulo iniciaba con una especie de prólogo que decía "El espacio, la frontera final....". Siempre me cautivó aquella idea; con el tiempo me atraerían muchas mas ideas de este tipo emitidas por algún científico o escritor de sci-fi.
LA FRONTERA FINAL
Artículo tomado del blog de opinión"La Ecuación de Oro" Autor: Derian Jesús Dorado. |
Galaxia Andrómeda. (Messier 31)
Y es que los humanos, confundidos como estamos en nuestros trabajos, afanes, intereses, ansias, tragedias, éxitos y dificultades pasajeras, nos olvidamos que realmente somos polvo de estrellas, que era como le gustaba definirnos el gran Carl Sagan. El mismo Sagan en su obra "Un punto azul pálido"[1] nos da una idea de lo insignificante de nuestros intereses comparados con la inmensidad del universo.
Pero vendrá después de esta era, después de esta etapa evolutiva (que es como me gusta llamarla) y sus característicos conflictos de interés, una era con una estructura sociopolítica fuertemente permeada por el pensamiento científico con visión de mundo y de universo cuyo propósito central sea retornar al espacio, a las madrigueras estelares de donde provienen nuestros átomos. Así es, aunque como especie en plena evolución todavía no tengamos muy claro que las estrellas son nuestra meta final, ese destino literalmente lo llevamos impreso en nuestro mismo cuerpo. La semilla de ese propósito superior ya está sembrada en nuestros esfuerzos actuales de exploración espacial.
Sin embargo, a la estrellas no llegaremos con ritos religiosos, ni con las rapaces estructuras sociales, políticas y económicas actuales. Los primeros son inevitables muestras socioculturales de temor a lo desconocido, a lo que no comprendemos, aprovechadas por unos cuantos para crear instituciones que aunque bien intencionadas en un principio, terminan en degeneración y corrupción. Las segundas aunque soportan el desarrollo actual de la ciencia y la tecnología también generan y alimentan diferencias socioeconómicas ciertamente igual de peligrosas que las que ocasionan con el tiempo las instituciones religiosas.
Pero no debemos ser trágicos. El desarrollo de la ciencia en nuestra era, su capacidad probada para mejorar nuestro nivel de vida, la aceptación de sus propias limitaciones, alienta una llama de esperanza en el futuro que no podemos dejar apagar [2]. Cuando el nivel de caos sobrepasa el umbral (debe existir un nivel necesario de caos para dar cabida a la generación de 'cosas' nuevas) por acción de la seudociencia, del fanatismo religioso, de la ambición desmedida, es nuestro deber como especie medianamente inteligente, en nombre de la vida planetaria, interpretar las señales y tomar medidas preventivas.
Claro! surgen en esta reflexión preguntas clave: ¿Como calcularíamos el valor de dicho umbral de caos en la complejas interrelaciones de las sociedades humanas? ¿Como definimos y establecemos cuales serían esas medidas preventivas?
Pero esas son ideas sobre las que me permitiré (con la venia de ustedes estimados lectores) reflexionar en un próximo post.
por Derian Jesús Dorado
Bibliografía esencial
[1] Un punto azul palido. Sagan, Carl. Editorial Planeta. Barcelona, 2006.
[2] El mundo y sus demonios. Sagan, Carl. Editorial Planeta. Barcelona, 2000.
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Hay dos cosas en la Tierra que son universales: el hidrógeno y la estupidez.
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